Un campo de patatas.


Un campo de patatas. Bueno, en realidad no. No es un campo de patatas. Es una rambla enorme que sube desde Esplugues de Llobregat hasta Sant Just d'Esvern. Lo recorro cada mañana. Y cada mañana hago cola hasta llegar a la Ronda de Dalt. 

Es un lugar que separa el vulgo de la clase alta. El lujo de lo humilde. En la parte de arriba, el barrio de Sant Just en el que se pueden comprar casas por valor de 2,5 millones de euros. Y en la parte de abajo, la entrada a Esplugues.

La riqueza en realidad, está separada de la pobreza por un campo de patatas. 

El lugar en concreto es la Avinguda Jacint Esteva Fontanet. Tendrá unos cutrocientos metros de largo y unos veinte de ancho. Está dividida en dos o tres secciones transversales que la atraviesan. Se llena de padres con niños que los llevan al cole y de autobuses. Hasta ahí nada nuevo. 

El otro día lo estaba segando. La verdad es que después del verano parecía un descampado selvático y asilvestrado. Alguien debió pasar una segadora por la noche y a la mañana siguiente, cuando pasé habían recortado un cuarto del patatal. Aún no han acabado de segarlo. Debe ser que parques y jardines tiene otras prioridades mucho más importantes que segar un campo de patatas. 

Un día me bajaré y plantaré algo. Cebollas. Aunque sólo sea por darle diversidad culinaria del desaguisado.

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